Una de las complicaciones más comunes, pero delicadas, que puede sufrir una herida es una infección. Un simple raspado en la piel, que no recibe la atención adecuada, puede complicarse con la aparición de bacterias y dolor.
Lo principal es saber cómo identificar si una herida está infectada. El síntoma común es la producción de pus, una secreción amarilla, o verdosa que desprende un olor desagradable. Este fluido no es más que glóbulos blancos descompuestos.
Otros síntomas son aumento de dolor, inflamación y cambios de color en la zona afectada. En los escenarios más complicados hay fiebre y la atención médica debe ser inmediata, sobre todo si se trata de niños pequeños. Sin embargo, cualquier episodio debe recibir los primeros auxilios.
Así desinfectas una herida
Lávate las manos con agua y jabón antes de dedicarte a cualquier herida, sea tuya o de alguien más. La asepsia es sumamente primordial para evitar que una infección pueda complicarse más.
1. Lo primero es limpiar la herida y sus alrededores con jabón antiséptico. Utiliza una gasa para el proceso. No apliques algodón porque puede adherirse y no es recomendable.
2. Haz unas pequeñas pulsaciones sobre la herida para lavarla profundamente. Esto puede generar dolor, pero es la única forma de asearla correctamente. Debes eliminar toda secreción y suciedad.
3. Es momento de aplicar el antibiótico, preferiblemente en pomada y recomendado por un médico. Una vez hecho, cubre la herida con gasa para evitar que quede expuesta a partículas del aire o bacterias.
Este procedimiento debe repetirse todos los días para lograr una sana cicatrización. Si con los días aún presenta secreción o inflamación, quiere decir que la infección es complicada y no cede. En este escenario es preferible dirigirse a un centro asistencial.
Te recomendamos que siempre mantengas en casa un equipo de primeros auxilios, que por lo menos incluya gasa, algodones, alcohol isopropílico, suero fisiológico y vendas.
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