El yogurt, o también escrito yogur, es un alimento que se obtiene por la fermentación de cualquier tipo de leche, especialmente la de vaca. Y ese proceso bioquímico es lo que otorga el sabor ácido tan particular. Una de sus bondades es que pueden consumirlo aquellas personas que son intolerantes a la lactosa.
Su origen proviene de países europeos como Turquía y Bulgaria, hace unos 4.500 años, donde pueblos nómadas lo adquirieron como alimento tras las fermentación de la leche de cabra, que disponían para el transporte y comercio. El efecto calmante y de regulador intestinal le convirtieron en una sensación para quienes lo consumían.
Actualmente es un producto que fabrican y despachan infinitas empresas de lácteos. Incluso se combina con dulces y otro tipo de 'toppings' para un mayor disfrute y aceptación de los niños. También puede elaborarse en casa, ya que su preparación es sumamente sencilla.
Cómo preparar yogurt desde casa
Solo vas a necesitar dos ingredientes principales: leche (1 litro) y yogurt industrial, por ser primera vez. Cuando desees elaborarlo nuevamente, puedes contar con ese yogurt casero que ya has preparado (no más de 3 usos). Lo que necesitas de manera fundamental son los microorganismos vivos que producen la fermentación.
- Toma una olla de tamaño medio para echar el litro de leche y luego añade el fermento. Trata de medir la temperatura del líquido hasta que llegue a unos 45°C y revuelve para mezclar correctamente.
- Una vez listo, es momento de dejar reposar para que se produzca la fermentación. Un termo o una yogurtera son dos opciones válidas, así como una olla a presión. Siempre controla que la temperatura no se eleve.
- Ahora deja fermentar durante unas 8-10 horas. Puedes tapar el recipiente con un paño seco, ya que lo ideal es que la temperatura descienda muy lentamente.
- Tras pasar las 10 horas, pasa el yogurt a un recipiente final, más cómodo, e introdúcelo en la nevera. Espera un rato y listo.
Como verás, el yogurt es un elemento muy delicado, ya que cualquier error puede llevarte a perder el proceso. Si notas que la consistencia no es ideal, quizás no te ayudó la temperatura en su proceso de envasado y reposo. Puedes optar también por dejarlo más tiempo en fermentación, pero podría quedar más ácido.
No te desanimes en seguir intentando. Una vez que perfecciones el procedimiento, tendrás el alimento a disposición en tu propio hogar.
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